Aunque Jesús y nosotros estamos distanciados por veinte y un siglos, ambos estamos inmersos en el mismo desafío.
En Galilea y en Paraguay la injusticia con los empobrecidos era y es grande. Jesús tuvo a su alrededor un tanto por ciento superior de pobres, pero nuestro 58% (uno cada dos pobladores) significa demasiada injusticia estructural
Y no fue la reacción de Jesús, ni es la de sus seguidores, el quedarnos resignados o indiferentes.. ¿Entonces?.
Y viene la respuesta más fácil: ante la injusticia usemos la violencia. Y llamo violencia al uso de la fuerza como único argumento. Y se usa desde arriba y desde abajo. Desgraciadamente, suele comenzar desde arriba. Sigue la reacción violenta de la víctima. Y acaba con la represión del victimario. Para, luego, comenzar de nuevo, una y muchas veces, este ciclo de muerte.
Para Jesús, y para sus seguidores, la lucha contra la injusticia tiene que ser llevada por hombres y mujeres que entran en ella por amor al hermano y con un corazón no violento y que “en diálogo y profundizando las causas desenmascaran la falta de humanidad que existe en sistemas y personas , que crecen a costa del sufrimiento de los más pobres, y toman las medidas necesarias para que haya Justicia”.
Dedico estas líneas a mi compañero Pepe Valpuesta.
Seguir leyendo…
En Galilea y en Paraguay la injusticia con los empobrecidos era y es grande. Jesús tuvo a su alrededor un tanto por ciento superior de pobres, pero nuestro 58% (uno cada dos pobladores) significa demasiada injusticia estructural
Y no fue la reacción de Jesús, ni es la de sus seguidores, el quedarnos resignados o indiferentes.. ¿Entonces?.
Y viene la respuesta más fácil: ante la injusticia usemos la violencia. Y llamo violencia al uso de la fuerza como único argumento. Y se usa desde arriba y desde abajo. Desgraciadamente, suele comenzar desde arriba. Sigue la reacción violenta de la víctima. Y acaba con la represión del victimario. Para, luego, comenzar de nuevo, una y muchas veces, este ciclo de muerte.
Para Jesús, y para sus seguidores, la lucha contra la injusticia tiene que ser llevada por hombres y mujeres que entran en ella por amor al hermano y con un corazón no violento y que “en diálogo y profundizando las causas desenmascaran la falta de humanidad que existe en sistemas y personas , que crecen a costa del sufrimiento de los más pobres, y toman las medidas necesarias para que haya Justicia”.
Dedico estas líneas a mi compañero Pepe Valpuesta.