El Papa Francisco viene a estar
con todos, pero especialmente con los más abandonados del Paraguay; los
indígenas, campesinos, bañadenses, pobladores del Departamento de Concepción, presos políticos, etc…
Y, precisamente por esos pensamientos,
en conciencia y con todo respeto, tengo que decir que no estoy conforme con la agenda de su estadía.
Comprendo que esta agenda es como un programa general que el Papa Francisco puede modificar, como lo ha
hecho en otras ocasiones y países.
Pero, Paraguay en estos momentos vive en circunstancias muy distintas del Ecuador con Correa y de
Bolivia con Evo Morales. Estos dos países están orientados hacia una debilitación del sistema neoliberal y un fortalecimiento del sentido social. Las palabras y los hechos del Papa es lo que escuchan y ven
en sus dirigentes. Por
eso, en ellos la pobreza y la impunidad van decreciendo.
En Paraguay es al contrario. Aquí se
incentiva el sistema neoliberal y el gobierno carece de sentido social. Por
eso, entre nosotros cada día existen más pobres y mayor es el abismo que separa
a los ricos de los empobrecidos.
En Paraguay las palabras y gestos de
Francisco han de ser bien claros y con un mensaje que todos comprendan.
Si los indígenas, dueños primeros de
estas tierras están actualmente olvidados, como los más pobres entre los pobres, es de justicia el gesto
llamativo de que el día de llegada tuviera con ellos la primera reunión en el
Paraguay.
Si los campesinos son asesinados, dejados sin tierras y fumigados, una
conversación larga del Papa con ellos es necesaria.
Si a los bañadenses se les quiere
desalojar, si hay presos políticos, si toda la causa de Curuguaty está llena de
irregularidades, si se sufre demasiado en Concepción, el Papa tiene que influir
personalmente en todo esto.
Y, con todo respeto, voy a seguir
repitiendo todo esto. No me dejen solo.
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