miércoles, 16 de abril de 2014

“NO ESTAMOS TODOS, FALTA RUBEN”





Son las diez menos cuarto de la noche del martes 15 y escribo este artículo cuando he llegado del penal de Tacumbú, donde he estado con el senador Wagner y el Padre Pedro Velasco.
  Allí hablamos una hora  con Rubén Villalba, mientras llegaba la comida  que el senador le había encargado. Después de  58 días sin comer, hoy desde la mañana solamente había tomado líquido. En el traslado a su valle, no cumplieron con  las indicaciones alimentarias de la nutricionista. La sopa de pescado que  le dio el senador Wagner le supo a gloria.
Esta es una página histórica que, ojalá, pronto esté resuelta.
Por la mañana tuvimos la gran alegría de que los cinco presos, que cesaron los 58 días de huelga de hambre, conseguido el arresto domiciliario en sus casas. Iban felices con sus familiares, aunque con la debilidad orgánica de tantos días sin comer.
Por la tarde,  recibimos la triste noticia. A uno de ellos, Rubén Villalba, lo devolvían al penal de Tacumbú acusado de otro juicio que había estado seis años dormido y olvidado por los jueces y que  no había tenido ni audiencia preliminar.
Desapareció la alegría que teníamos, después de tantos meses de lucha por estos campesinos de Curuguaty.
 Al anochecer,  18 horas, nos reunimos 400 personas delante de la Catedral para improvisar una marcha de protesta por  la ciudad.
El lema era, repetido mil veces, “No estamos todos, falta Rubén”.
Recorrimos Asunción y terminamos en el Panteón de los Héroes. Allí, con micrófono abierto, todo el que quiso expresó su indignación.
Lo sucedido era un golpe de nuestras autoridades del Poder Judicial. Nos quisieron romper la alegría, porque un Pueblo con ella tiene fuerzas para luchar por la Justicia. No lo han conseguido, pero nos golpearon fuerte.
Eso será leído el Jueves Santo. Es la lectura viva este año del sufrimiento de Jesús en sus hermanos.

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