Estamos viviendo unos momentos decisivos y no podemos quedarnos cortos.
No tenemos un CONTRATO SOCIAL en el Paraguay digno de ese nombre. No existe ningún Plan para el país dentro de diez años. No tenemos un Pueblo con la libertad necesaria para rechazar las palabras de atontamiento de políticos. El sindicalismo está dividido. No tenemos ni el deseo ni el compromiso suficiente para presionar a los amos del Paraguay a que comprendan que todos vamos en el mismo barco y que este se está hundiendo para mal de todos.
Hace casi dos siglos alguien ya lo dijo: los cambios revolucionarios lo van a hacer los que tengan la conciencia más despierta para comprender toda la realidad y que al mismo tiempo están tan mal que no tengan nada de perder, porque ya hace años que perdieron todo.
Ahora ya no se trata de mejorar derechos sino de profundizar en las causas por las que Paraguay está hundido y jugárnoslo para hacerlas desaparecer. Sólo así amanecerá para todos.