Y en el encuentro del León Condou, el Papa
Francisco nos dio un buen tratado sobre cómo dialogar. Edito algunas de
sus frases.
El diálogo tiene que ser claro. Si vos en el diálogo
no dices realmente lo que sientes, lo que piensas, el diálogo no sirve.
El diálogo nos exige buscar la cultura del
encuentro. Un encuentro que sabe reconocer que la diversidad no solo es buena,
es necesaria.
La riqueza de la vida está en la diversidad por lo que
el punto de partida en un diálogo no puede ser “Voy a dialogar pero aquel
está equivocado”, sino este otro “Yo voy con lo mío y voy a escuchar qué
dice el otro, en qué me enriquece el otro, en qué el otro me hace caer en la cuenta
que yo estoy equivocado, y en qué cosas le puedo dar yo al otro”. Es un ida y
vuelta, pero con el corazón abierto. Ir con la presunción de que el
otro está equivocado, mejor irse a casa y no intentar un diálogo.
El diálogo es para el bien común y el bien común se
busca desde nuestras diferencias. Dándonos la posibilidad siempre de
buscar algo nuevo que sea común. Cuando hay verdadero diálogo, se
termina poniéndonos de acuerdo en algo. Las otras diferencias quedan a un
costado pero en ese punto en que nos pusimos de acuerdo nos comprometemos y lo
defendemos. Es un paso adelante y esa es la cultura del encuentro.
Dialogar no es negociar. Negociar es procurar sacar la
propia tajada o ver como saco la mía. Si vas con esa intención no pierdas
el tiempo. Diálogo es buscar el bien común entre todos, discutir juntos. Pensar
una mejor solución para todos.
Muchas veces esta cultura del diálogo se ve
envuelta en el conflicto. No le tenemos que temer ni
ignorarlo. Somos invitados a asumirlo.
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