Te esperábamos con esperanza y te despedimos con Fe. Gracias por tus palabras y, sobre todo por tus gestos. Nos acercaste al Dios de Jesús. Y nos entendiste y supiste ya hacer lo que más nos hacía falta.
Quiero enmarcar este acontecimiento con una palabras del profeta Ezequiel en
capitulo 36, 24.
“Los recogeré de todos los países y los conduciré a su tierra. Derramaré sobre Uds. agua purificadora y quedarán purificados. Los purificaré de toda mancha y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de Uds. un espíritu nuevo. Les quitaré del cuerpo un corazón de piedra y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en Uds. para que vivan según mis mandatos y respeten mis órdenes. Habitarán en la tierra que yo les di a sus padres. Y Uds. serán para mí un Pueblo y a mí me tendrán por su Dios”.
Gracias porque nos purificaste y nos distes un nuevo corazón. Porque defendiste nuestra tierra que ahora nos han ido quitando. Porque nos consideras a todos nosotros, no importa las diferencias, como tu Pueblo y conocer el amor infinito de Dios.
Ahora que te has ido, es deber nuestro hacer dos cosas.
La primera es tenerte siempre en nuestras oraciones. La de los creyentes en cada uno y colectivamente cuando nos reunamos en nuestras eucaristías. La de los no creyentes, nuestros hermanos, en sus buenos deseos.
Papa Francisco tienes una gran responsabilidad mundial y queremos acompañarte en ella. Nuestro mundo te necesita. Demasiadas muertes antes de tiempo e innumerables injusticias existen en él. Sigue mostrando el Espíritu de Dios. Y como dice Ezequiel “quedaremos purificados de toda mancha y de todos los ídolos”. El peor de todos los ídolos del dinero.
La segunda cosa es repetir tus palabras y poco a poco llevarlas a la práctica. En un compromiso sin miedo, esperanzador, con amor.
“Los recogeré de todos los países y los conduciré a su tierra. Derramaré sobre Uds. agua purificadora y quedarán purificados. Los purificaré de toda mancha y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de Uds. un espíritu nuevo. Les quitaré del cuerpo un corazón de piedra y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en Uds. para que vivan según mis mandatos y respeten mis órdenes. Habitarán en la tierra que yo les di a sus padres. Y Uds. serán para mí un Pueblo y a mí me tendrán por su Dios”.
Gracias porque nos purificaste y nos distes un nuevo corazón. Porque defendiste nuestra tierra que ahora nos han ido quitando. Porque nos consideras a todos nosotros, no importa las diferencias, como tu Pueblo y conocer el amor infinito de Dios.
Ahora que te has ido, es deber nuestro hacer dos cosas.
La primera es tenerte siempre en nuestras oraciones. La de los creyentes en cada uno y colectivamente cuando nos reunamos en nuestras eucaristías. La de los no creyentes, nuestros hermanos, en sus buenos deseos.
Papa Francisco tienes una gran responsabilidad mundial y queremos acompañarte en ella. Nuestro mundo te necesita. Demasiadas muertes antes de tiempo e innumerables injusticias existen en él. Sigue mostrando el Espíritu de Dios. Y como dice Ezequiel “quedaremos purificados de toda mancha y de todos los ídolos”. El peor de todos los ídolos del dinero.
La segunda cosa es repetir tus palabras y poco a poco llevarlas a la práctica. En un compromiso sin miedo, esperanzador, con amor.
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