No hablo de la política partidaria sino de la POLÍTICA con MAYÚSCULAS que significa la influencia de lo que hacemos o dejamos de hacer por nuestra actitud en la sociedad.
No hablo refiriéndome a todas las personas sino a aquellos que son creyentes o no, pero que sinceramente quieren hacer el bien.
Comprendo que habrá ocasiones en que ese grupo de personas buenas tenga que hacer por educación una visita a un poder poco social.
Lo hizo el Papa Francisco, pero aprovechó la ocasión para expresar públicamente sus divergencias. Habló en el Palacio de López a los luchadores del Pueblo, de la limpieza de los procesos electorales, del cuidado por el bien común y la preferencia por los pobres, etc…con ello quitó la ocasión al Gobierno de presentar la visita de cortesía como un apoyo irrestricto a su modo de actuar.
En general en la relación con estas clases de gobiernos la mejor actitud es cierto alejamiento para no aparecer ante la opinión como usados por ellos, lo cual es lo que pretenden.
La actitud de Mons. Rolón de rehusar a ser partes del Consejo e Estado del dictador es un magnífico ejemplo de esto.
Quiero recordar que Jesús nunca se acercó a Hedores. Tampoco Juan el Bautista.
Y curiosamente esto no le quitó fuerza. Cuando lo mandó matar, lo sintió, porque en esa parte de algo bueno que todos tenemos, aun los peores, comprendía Herodes la valía de Juan.
Una anécdota de Stroessner que me contaron hace años y querría confirmar su veracidad. Un día el Dictador salía a uno de sus viajes y Mons. Bogarín llegaba de Misiones al aeropuerto. Ambas caravanas se cruzaron. Me contaron que el dictador se acercó y lo saludó. Ante la extrañeza de sus acompañantes dijo que ese era un gran hombre. Conste que Stroessner prácticamente lo había alejado de Asunción.
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