El Papa Francisco está dejando huella en
el mundo moderno por eso lo consideran como una de las cuatro personas más
influyentes en él.
“La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos: Los
seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos NO
a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de
servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la Madre
Tierra.
La economía no debería ser un mecanismo de acumulación sino la adecuada
administración de la casa común. Eso implica cuidar celosamente la casa y
distribuir adecuadamente los bienes entre todos. Su objeto no es únicamente
asegurar la comida o un “decoroso sustento”.
Una economía verdaderamente comunitaria, podría decir, una economía
de inspiración cristiana, debe garantizar a los pueblos dignidad «prosperidad
sin exceptuar bien alguno» Esto implica «las tres T» pero también acceso a
la educación, la salud, la innovación, las manifestaciones artísticas y
culturales, la comunicación, el deporte y la recreación.
Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda
gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la
juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder
a una digna jubilación en la ancianidad. Es una economía donde el ser humano en
armonía con la naturaleza, estructura todo el sistema de producción y
distribución para que las capacidades y las necesidades de cada uno encuentren
un cauce adecuado en el ser social.
Esta economía no es sólo deseable y necesaria sino también posible. No es
una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos
lograrlo. Los recursos disponibles en el mundo, fruto del trabajo intergeneracional
de los pueblos y los dones de la creación, son más que suficientes para el
desarrollo integral de «todos los hombres y de todo el hombre»”.
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