viernes, 23 de abril de 2010

ESTADO DE EXCEPCIÓN EN UNA DEMOCRACIA

El estado de excepción en varios departamentos nos va colocar ante una medida que, primero, no nos hace demasiado felices; segundo, las limitaciones que imponga tienen que ser las mínimas necesarias; tercero, no debe ser usada políticamente para frenar el Cambio.

Anteriormente hemos soportado casi 35 años de estado de excepción permanente al capricho del dictador. En el se cometieron toda clase de arbitrariedades, que nunca más pueden repetirse.

Por lo tanto, cualquier, prepotencia, arbitrariedad, aprovechamiento, robo, atropello, malos tratos o injusticias, que se pudieran cometer por los que vigilen y actúen en esta situación de excepción, deben de ser pública y ejemplarmente castigados. Igual que todo uso manipulado en los MCS contra personas o instituciones.
Sería doloroso que esta medida fuera ineficaz y causara males mayores que los que se propone erradicar. Y algo en lo que no podemos ceder: un estado de excepción en tiempos de dictadura nada tiene que ver con un estado de excepción en tiempos de Democracia.

Finalmente debe de quedar bien claro que esta medida para erradicar el brote de terrorismo que secuestra y asesina, en nada debe de frenar el impulso ya iniciado de crecimiento en la gratuidad de la salud, en la mejora de la educación, en la realización de una Reforma Agraria integral y en destruir esa corrupción que se resiste a desaparecer.

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