Hay
22 crucificados, además algunos con los labios cosidos y todos en huelga de
hambre y esto comenzó hace casi tres meses, y ya son demasiados días en
sufrimiento.
Tomaron
esta medida porque formaron un sindicato cansados de irregularidades del patrono diputado Celso Maldonado y este expulsó al día
siguiente a 51 trabajadores.
La
Constitución dice en su artículo 96 que todo trabajador tiene derecho a formar
un sindicato sin pedir autorización ninguna, con solo presentar la petición en
este caso en el Ministerio de Trabajo.
Esta
firma, hace un mes el ministro de trabajo en su despacho y con testigos la
prometía para el día siguiente y al
mismo tiempo mediaba para la incorporación efectiva a la empresa. De este modo
dejaban la crucifixión y cesaba el problema.
Horas
después se arrepentía o se lo prohibió quien está sobre el que es el Presidente
de la República o se dejó influir por el que pertenece a otro poder, el Legislativo,
el diputado dueño de la empresa.
Más
todavía, días después por medio de un alto
empleado y en su nombre me hizo decir el Ministro que si los
crucificados antes se iban a otra parte, por causa de las quejas de algún
vecino, el daba la firma. Esto me supo a burla.
Sinceramente
no se aceptó esto porque nos sabía a promesa falsa, con la experiencia de
antes.
Solamente
por una firma burocrática negada el ministro de trabajo rompió las
negociaciones y mantiene crucificados a
más de 20 personas.
O
este ministro se salta la Constitución a su antojo o es el mismo PRESIDENTE de
la República el que no permite este
sindicato, contra lo firmado con la OIT, porque según él entorpece el desarrollo de la empresa.
Reconocido el sindicato, se puede.
Negociar
la segunda parte: reintegro al trabajo. Y así cesaría la crucifixión.
No sé, Pai Oliva, si son conscientes de la defensa que tienen los últimos con sus acciones, pero me resulta admirable su lucha.
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