A nivel del plagueo pienso que estamos llegando
a metas muy altas. Y su manifestación numérica es la cantidad de personas que
no aceptan la actitud del Gobierno en los tres poderes.
Sin embargo, no pasamos del plagueo. Después de él no
pasa nada. ¿Por qué?
Dice que es por el típico “aguante” de un Pueblo
frustrado, que no ve la puerta abierta para actuar.
“Es el miedo, heredado de 35 años de dictadura”.
Quizás. Pero recuerdo que precisamente el Marzo Paraguayo brotó al grito de
“Dictadura nunca más”. El recuerdo de lo que fuera la causa del miedo (la
dictadura) nos mantuvo en la Plaza hasta que Cubas y Lino huyeron.
Otros dicen que la pasividad tiene su origen en la
ignorancia política actual en la que todo se mezcla y nos confunde. Vemos como
normal que el mayor partido político fuera alquilado por una persona que lo
maneja a su arbitrio con su poder económico.
A lo anterior se une la corrupción impune y
generalizada. Pareciera que nos damos por vencidos. No tenemos líderes
“limpios”. El sostenimiento económico de muchos se apoya en “participar
corrompiéndose”. Los mismos líderes antiguos hacen mediante la compra de
votos el rekutu y la institución encargada de velar por las elecciones
democráticas “calla y otorga”.
El mismo nivel de lucha ha bajado. La fiscalía
se encarga de desinflarlo con sus imputaciones. La pobreza creciente es
una bomba en la línea de flotación de muchas familias. No hay humor para
aventuras libertarias cuando todo el esfuerzo se va en buscar el pan de
cada día, encontrar la medicina que falta o para mejorar la
educación de los hijos, que ya es mala de verdad.
No digo que esté todo perdido, ni mucho menos.
Pero, sí que estamos a la espera de que otros con más
fuerza reaccionen.
Cuando nosotros unidos somos los que tenemos que
reaccionar.
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