El primer artículo de este año lo dediqué al tema del hombre y de la mujer nuevos. Y no fue por casualidad. Ex profeso elegí este tema porque está en el fundamento de todo lo bueno que soñamos para nuestro Paraguay. Sin hombres y mujeres nuevos, nunca avanzaremos. Nos estancaremos en el egoísmo.
Retomo el mismo tema porque no se llega a entender. Hombres y mujeres nuevos no significan máximo grado de excelencia, de formación, de autorrealización, de autoestima egocéntrica. Alguien me lo dijo con sus palabras sencillas. “Me repele el hombre y la mujer nuevos porque se creen superiores y se encierran en sus élites”.
Retomo el mismo tema porque no se llega a entender. Hombres y mujeres nuevos no significan máximo grado de excelencia, de formación, de autorrealización, de autoestima egocéntrica. Alguien me lo dijo con sus palabras sencillas. “Me repele el hombre y la mujer nuevos porque se creen superiores y se encierran en sus élites”.
Que me perdone mi amigo, pero el hombre y la mujer nuevos son todo lo contrario. Son nuevos, nunca vistos, llaman la atención, porque en una sociedad egocéntrica y egoísta, ellos son capaces de abrirse, de no excluir a nadie, de amar al “otro” no por ningún imperativo social o religioso sino por ser quien es: un ser digno de todo respeto. Y esto lo viven con el cercano y con el lejano al que nunca verá porque vive en las antípodas, pero del que se ha enterado que está pasándolo mal. Actitud que en una persona que recibe la FE, es apertura al “Otro”, al que llamamos Dios.
Esto es tan importante que es lo que le da identidad, inclusive al cristiano. En el caso de este, creciendo esta apertura hasta llegar a Dios.
Y vuelvo a repetir lo que ya escribí el 2 de enero “Me preocupa que en estos tiempos en el Paraguay, que decimos de cambio, de avance y de crecimiento, poco o nada se habla o incentiva del hombre y de la mujer nuevos. Señal de que la “cosa” no marcha”.
Y en el fondo no me extraña. La corrupción reinante y extendida en todos los campos, es la tumba del hombre y la mujer nuevos.
Esto es tan importante que es lo que le da identidad, inclusive al cristiano. En el caso de este, creciendo esta apertura hasta llegar a Dios.
Y vuelvo a repetir lo que ya escribí el 2 de enero “Me preocupa que en estos tiempos en el Paraguay, que decimos de cambio, de avance y de crecimiento, poco o nada se habla o incentiva del hombre y de la mujer nuevos. Señal de que la “cosa” no marcha”.
Y en el fondo no me extraña. La corrupción reinante y extendida en todos los campos, es la tumba del hombre y la mujer nuevos.
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