viernes, 28 de agosto de 2015

DOS HORIZONTES EN LA POLÍTICA


En   el ejercicio de  la Política aparecen  como dos metas.
Una es el Bien Común    para servicio de  la Patria. La  segunda pone como meta el de ocupar  un puesto de poder. Se supone que sería para lo primero, pero en realidad es para  desde allí satisfacer el ego de poder o la ambición  de  plata.
Pregunté en una entrevista sobre cual  de las dos metas es la más frecuente. Y la respuesta fue una triste sonrisa. Desgraciadamente,  la segunda.
Pero, vamos a reflexionar más sobre las dos metas desde dos dimensiones distintas. La individual y la colectiva. Desde la persona en solitario  o desde la organización de individuos.
Como persona aspirar al Bien Común en Política sería lo normal. Es lo que expresan en el juramento de investidura. Inclusive se completa con  la frase que,  en la  práctica, poco efecto tiene: “si no lo cumpliera que Dios y la Patria me lo demanden”.
Con el Bien Común, se manifiesta en nosotros el ciudadano.
Si la ambición de  plata predomina, entonces nos convertimos en clientes de un sistema. Y, cuando reina la impunidad, en este cambio destructivo de personalidad nos confundimos y todo esto se reproduce   a gran  escala numérica y  en diversas escalas del poder.
Curiosamente, lo  mismo  nos ocurre  cuando nos unimos en grupos, movimientos o partidos. Aunque de un modo más complicado.
El caso peor es cuando en una colectividad corrompida abundan mayoritariamente  los clientes. Todos van a una y ella se convierte en un instrumento de total degeneración política  (politiquería). Los miembros honestos, que siempre los hay, quedan arrinconados.
Se da otra variante menos grave, pero de efectos muy parecidos que se repite mucho. Se adueñó de la cúspide del poder  un grupo clientelístico. Y en ella se mantienen por años.

Apliquen esto a las elecciones  municipales y comprenderemos lo que nos están ocurriendo.

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