jueves, 8 de enero de 2015

ALGO QUE CAUSÓ ADMIRACIÓN



Aquel siglo primero de nuestro calendario   fue como todos. Todavía iban a tardar 19 siglos en  aprobarse  los Derechos Humanos para mejorar la suerte de los  humanos.   Tiempos fuertes con un Imperio Romano en pleno vigor. Minoría romana  en el poder y mayoría de esclavos a su servicio.
Y en aquella época, clandestinamente y sin hacer ruido, un modo nuevo de concebir la vida se iba extendiendo por el mundo dominado por los romanos (el oriente de China no se había descubierto todavía).
Ese modo  nuevo de valores en la vida tenía su origen en Galilea. En un campesino que  sólo predicó unos dos años y medio antes que lo crucificaran.
Su mensaje llegó hasta Roma llevado por antiguos judíos y prendió en los más pobres: los esclavos y esclavas. De allí pasó a sus amas  romanas. Y con ellas entró, clandestinamente, hasta en la casa del emperador.
Al terminar el primer siglo se calculan que los cristianos eran unos 50.000 esparcidos en todo el imperio. Dos siglos después ya eran muchas  veces más, a pesar de las persecuciones.
Aquellos primeros cristianos predicaban el amor, la solidaridad, el respeto entre todos como hermanos, en un mundo que era muy cruel. Y esto impactaba tanto que ni aun las persecuciones lo frenaron. Más aún: “la sangre de los  mártires, fue la semilla de   nuevos cristianos”.
Y la admiración por todo esto  inspiró un modo gráfico de mostrarlo,  era tanta la fuerza acumulada en el mensaje del Reino de DIOS predicado por Jesús y extendiéndose con fuerza por todo el Imperio Romano, que pensaron que  su nacimiento  lo vislumbraron unos sabios de Oriente, que fueron a adorarle.
Y hoy, seis de enero, desde muy antiguo se celebra toda  esta realidad y su expresión gráfica son las personas de los tres Reyes Magos.
 El artículo del miércoles 7 se titula “El regalo del año nuevo”.

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