Es otra de las ideas a
las que en el 2014 le hemos dado muchas vueltas. Tantas que algunos hemos
llegado a una conclusión: propiamente no tenemos políticos, sólo politiqueros.
Y esto con una certeza del más de 90%.
Decimos vivir en una democracia
representativa, participativa y pluralista. Lo primero que cayó en ella es lo
de pluralista. Hasta ahora solamente
sobresale un único partido que acumula casi todo el poder. El que no está con él,
poco o nada tiene de posibilidad de gobernar. Una vez, se distrajeron y salió
Lugo. Dudo que lo repitan. Esto es terrible y el peor ejemplo de este mal lo
tenemos en México.
Pero, el engaño mayor
está en creernos que estos politiqueros nos representan. A muchos cuando
escucharon sus promesas se les alegró el corazón y los votaron. Pero, cuando los
elegidos se sintieron en el poder, ya se olvidaron que nos servían y
representaban.
Me contaron el caso
extremo, en el norte del Paraguay de un diputado al que una señora increpaba
por el olvido total que tenía a su pueblo. “Señora, yo no le debo nada a nadie.
Me eligieron con votos que yo compré con mi plata”. Tal vez
exageró un poco. Pero mostró la fuerza de su convencimiento.
Nos acercamos al Legislativo con
manifestaciones de millares de ciudadanos. Ni se enteran. El poder les ha
corrompido y el corrupto no oye.
Pobres de nosotros que
hemos de aguantar cinco años a politiqueros corruptos. Y cuando acaben el
período unos harán el rekutu y vendrán otros nuevos que
harán lo mismo.
La solución de tanto mal
es la tercera cualidad de nuestra Democracia. Es participativa. Y les digo un secreto a
voces: cada vez va creciendo más esta participación. Vamos acumulando poder.
Y, un día, limpiaremos el horizonte.
El articulo de mañana se
titula “El niño no se divorcia”.
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