Esto sucede en un país eminentemente agropecuario como el nuestro. Y ahora la tierra reside en pocas manos y, en una proporción grande, en manos de extranjeros. Y ese puñado de personas, es el que tiene el poder.
De aquí nace la desigualdad social en nuestro Paraguay, una de las mayores de América Latina.
Por eso, insistimos en la Reforma Agraria Integral, con rutas todo tiempo para trasladar los productos, con técnicos al servicio del Pueblo, con la recuperación de todas las tierras mal habidas, y con mercados y créditos.
Defendamos los 50 kilómetros de frontera en manos de paraguayos y pongamos límite a la cantidad que una persona puede tener de tierra.
Ambas cosas Brasil y Argentina lo tienen bien claro y lo practican.
Todo esto con una condición: hagamos que la ley se cumpla, porque queremos ser un estado de derecho.
Y ayudemos, además, a todos los ciudadanos a tener conciencia de todo esto con seminarios, conferencias y jornadas, acciones.
Por supuesto, que también se opondrán todo lo dicho los que no quieren ni les conviene una Reforma Agraria.
Se acercan unas elecciones generales y tenemos que saber en la práctica cómo son de verdad los que aspiran a gobernarnos. Y el mejor modo es ver su actitud frente al problema de la tierra en el Paraguay. Veamos si están a favor de la minoría que se creen nuestros amos o del Bien Común de la mayoría del Pueblo.
Los que quieren que volvamos al pasado ya nos preparan su futuro. Adelantémonos y preparemos nuestro futuro equitativo con una Reforma Agraria Integral. Porque, no olvidemos que el Poder en el Paraguay lo tienen el que dominan la mayor cantidad de tierra con todos los medios necesarios. Y, por eso nuestro campesinado, que no lo tiene, en más de un 40% está sometido a la pobreza.
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