Martes 30 de abril
BUENOS DIAS PARAGUAY
PA’I OLIVA
CARTA
ABIERTA A UNA MAESTRA
Me guardo su nombre, pero no será difícil encontrar
personas que respondan a sus características.
Lo primero que
admiro en ella es el amor que siente
hacia sus alumnos. “Son terribles, pero les siento como a mis hijos”. Y cada día me lo repite una y otra vez. Habla con ellos en las aulas y en los recreos. También recibiendo las
visitas de sus padres, que acuden a ella
para múltiples consultas, algunas provocadas, porque ha notado que en esa
familia su alumno no siempre es ayudado como debiera.
Está empeñada en que
estos adolescentes, cada día, reciban un aprendizaje de conocimientos
crecientes. No es tarea fácil porque muchos de los padres o madres no llegaron
al séptimo grado y todavía no valoran el
que puedan llegar sus hijos al
bachillerato y mucho menos a la universidad. También porque la pobreza es mala
consejera y corta las alas que nos dio
Dios para volar.
Mi maestra no separa la educación formal de la vida del barrio. La escuela es la
prolongación de la vida dándole todo su valor. La vida es la base que marca no solamente el tipo de
conocimientos que ha de recibir el alumno, sino sobre todo el compromiso que
hay que tener con ellos en donde vive.
¿Todo es de color de rosa en la vida de esta maestra?.
Tengo la impresión de que es todo lo contrario.
Los embarazos precoces, que por desgracia tanto abundan
entre las jóvenes de hoy, literalmente le golpean demasiado. La droga que todos
los días ronda su escuela
intentando hacer su negocio de muerte
con ellos, la trae inquieta para impedirlo. Y la indiferencia familiar en más
de una ocasión la ha hecho llorar.
En el Día del Maestro y de la Maestra, deseo felicitar a
estos profesionales de la enseñanza. Son unos de los mayores tesoros que tenemos.
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