Agobiado significa estar preocupado,
entristecido, desanimado, vencido.
Y razones para estar así
sobreabundan en todos los niveles.
Jesús según el Evangelio de Mateo, habla de esto, al referirse a la vida, y a las
condiciones pésimas en que para muchos se
desarrolla, y de lo deprisa que pasa, y de
que pronto de acaba.
Nos recuerda que andamos agobiados
por la falta de lo necesario y también por lo
superfluo que nos falta. Y por el futuro lleno de interrogantes y por los deseos actuales insatisfechos. Y todo
ellos nos arrebatan las ganas de vivir en plenitud. Nos quitan la alegría.
Por eso es necesario que solos o en
grupos nos ocupemos de salir de este agobiamiento.
Un modo es escapándonos
artificialmente para olvidarlos. Y viene el alcohol y la droga y el sexo
desenfrenado. Momentáneamente nos alivian.
Pero pronto volverá el estado negativo de ánimo. Por eso se caerá en una espiral de aumentar las dosis
y así vendrá el deterioro rápido de la salud.
Jesús nos presenta una salida y es
la esperanza, y esta tiene como dos manifestaciones.
La esperanza por la Fe en un Dios que
nos quiere como un padre o una madre.
Si Dios cuida de los seres más
pequeños como unos pajaritos, ¿cómo no nos va a cuidar a los que más ama como
somos los seres humanos?
La otra solución es la esperanza
vivida. Todo lo que Dios nos enseña por medio de Jesús se resume en una actitud
de hermanos los unos para con los otros.
Ciertamente abunda el amor en el mundo
y curiosamente comenzando por los que teniendo menos y que al sentir el dolor más fuerte, son los más abiertos a los demás.
Pero, abundan también los que son
egoístas, los que adorando otros dioses falsos como el del dinero, contribuyen
al dolor del mundo.
Y esto aumenta el agobio de muchos.
Contra esta actitud es nuestra lucha.
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