Edito estas reflexiones escritas por Frei Betto en el año
2005.
“Un Papa que,
entre el derecho a la vida y la ley, opte
por el primero. Que denuncie a los ricos que oprimen a los pobres y les haga devolver
el cuádruplo cuádruplo
de lo que robaron. Que tenga la osadía de decir al hombre rico que desde joven cumple
todos los mandamientos “Te falta tomar partido a favor de los pobres”.
Prefiero un Papa que defienda a las mujeres adúlteras
del moralismo exagerado y
que no se escandalice si junto a una fuente encuentra a una mujer, que está viviendo con su sexto
hombre. Que cuando ella se les acerque para darle de beber, en vez de censuras,
llene su corazón voraz del amor de Dios.
El Papa de mis sueños adopta como símbolo de su fe, el pan y no
la cruz, y hace del compartir la comida y la bebida un sacramento. Y que
prefiere la compañía de los pecadores a los supuestamente santos.
Prefiero un Papa que se atreva a condenar a los infiernos a un
rico derrochador y enviar a los cielos a un pobre mendigo lleno de llagas. Que
bendiga como legítima la invasión de un sembrado
de trigo por quienes tienen hambre y que critique a los acumulan tierras sobre
tierras.
Ruego que un día se os
sea dado un Papa capaz de hacer de la Iglesia luz en el mundo, sal en la
comida, levadura en las masas y en donde prevalezca el amor sobre la disciplina
la misericordia sobre la condena.
Quiero algo muy sencillo: un Papa en cuyo rostro, gestos y
palabras e iniciativas se transparente Jesús de Nazaret.
He vuelto al leer después de nueve años este escrito de Frei Betto y coincido con él.
Y entre todos los Papas el más cercano a esta utopía es el Papa
Francisco.
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