Se aprovechan todas las ocasiones para decirnos que la pobreza
disminuye. La intención es buena. Lo que está mal es el engaño político que nos
quieren.
Y, entre paréntesis,
que más quisiéramos nosotros que todo esto fuera verdad. Y, ojalá de verdad , un día lo pudiéramos
anunciar.
Existe también una forma de designar a las personas vulnerables
que, sin duda, refleja una actitud respetuosa, pero que llega a
convertirse en una postura tranquilizadora,
favorable a gobiernos que no
brillan precisamente por su opción preferencial por los más pobres.
A los pobres hundidos en su estado los llamamos “económicamente
débiles”, no hay ancianos abandonados sino personas que han llegado a “la
tercera edad”, los discriminados
por su piel negra los llamamos “personas de color”, los sin techo son “transeúntes”, los moribundos
“personas en estado terminal”.
Repetimos es más
respetuosos hablar así,
pero cuidado en disimular y ocultar el dolor de estas personas. Hay que
conocerlo porque con urgencia nos necesitan.
En el Bañado
Sur, en otros Bañados y asentamientos, y en el interior
existe hambre y abunda la desnutrición por una alimentación no bien compensada.
La mayoría gana menos que el salario mínimo y este salario mínimo, que ya no
llegaba a cubrir la canasta familiar, al anunciarse su subida hizo aumentar los
precios. El gobierno no supo, no quiso o no pudo controlarlos. Y esto fue un fallo.
En el IPS
la atención médica y el
proporcionar los medicamentos cada día va
peor. Y esto es grave
porque el IPS no es
un servicio de
caridad sino una exigencia
de justicia. Está de antemano pagado por el descuento que dan obreros y empleadores.
En cuanto a los
dos millones que no tienen IPS y son pobres, el ponerse
enfermo es acercarse a la muerte, con una salud cada vez peor o
simplemente morir.
Disimular el sufrimiento del Pueblo es hacerle un mal
irreparable.
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