“La resurrección de Jesús no es recordar un acontecimiento del
pasado. Los creyentes celebramos hoy al resucitado que vive ahora entre
nosotros llenando de vida
la historia de los seres humanos.
Por eso celebrar la resurrección es entender la vida de una manera
diferente. Intuir que el Resucitado está en medio de nuestras pobres cosas, sosteniendo para siempre todo lo bueno y lo bello,
que tenemos.
Él está en nuestras penas y lágrimas como consuelo permanente.
Él está en nuestros
pecados como misericordia que nos soporta y nos comprende y acoge hasta el fin.
Hemos de recuperar este tesoro del Resucitado y para eso nos puede ayudar la
experiencia fundante de las primeras comunidades. Ellas experimentaron la
fuerza de la resurrección de Jesús y esta transformó sus vidas. Los
primeros cristianos se dejaron “atrapar, fascinar y transformar por el
Resucitado”.
La resurrección de Jesús es la manifestación del amor de Dios,
que nos salva de la muerte y nos da vida. Porque ya no es la muerte la que tiene la última
palabra. Ha sido vencida y después de ella viene la VIDA en toda su plenitud con
el Dios de Jesús.
Ya no necesitamos devorar el tiempo como si ya no hubiera nada más. Ya no
hay que atraparlo todo y vivir estrujando la vida antes que se termine. La VIDA es mucho más que esta
vida. No hemos más que empezar a vivir.
Y, por supuesto, ya es falso que caminamos solos, perdidos y sin
meta.
Desde la resurrección de Jesús sabemos que el amor es más fuerte que la muerte. Y
vivir haciendo el bien,
comenzando con los más
necesitados, es la forma más acertada de adentrarnos en el misterio del más allá.
Es tan grande la
resurrección que hoy lo que
leen son palabras editadas de un gran teólogo, José Antonio Pagola. Él es mi
maestro.
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