Según el evangelio de San Juan algunos de los que escuchaban a Jesús comenzaron a murmurar de sus
enseñanzas. Jesús se dio cuenta y les dijo “¿Uds. también se escandalizan
de mis palabras?”.
Ha estado entre nosotros el Papa Francisco. Su persona entregada, cariñosa,
llena de respeto y
humanidad nos llenó a todos.
También habló largamente y sus palabras escuchadas eran interrumpidas por
frecuentes aplausos.
Pero volvió a Roma y noto un silencio en los que deberíamos recordar y sacar provecho de su visita. Obispos, sacerdotes, religiosos/as, asociaciones de laicos,
personas que vimos entusiasmadas con Francisco (salvo algunas excepciones)
guardan silencio.
No pienso en “escándalo”, como en
algunos de los oyentes de Jesús, pero se me ocurren términos como indiferencia,
miedo, no entendimiento, rechazo, tradicionalismo, cristianismo espiritualista,
ignorancia, etc…
En pocas palabras.
Las palabras de Francisco nos llevan a
una pastoral muy actualizada y necesaria por los temas tocados, pero ya ha
pasado más de un mes y desde la Conferencia Episcopal y desde las bases de la
Iglesia, reina un sospechoso silencio.
Esto no me extraña, pues en otros países
existen grupos de católicos tradicionalistas con jerarcas que no quieren “oler
a ovejas”, que rechazan, murmuran del Papa Francisco y de su apertura hacía un
futuro cristiano que está naciendo.
Escribo esto con pena y con profundo respeto hacia los que piensen distinto. Aunque, en
conciencia, también, disiento totalmente de sus actitudes.
Como sacerdote voy a seguir estudiando
las palabras tan evangélicas del Papa Francisco, dándole gracias a Dios por su
visita, y procurando compartirlas por radio, por escrito
y en homilías y conversaciones porque pienso que encierran orientaciones muy
valederas para este tiempo paraguayo tan difícil.
Dejo una de ejemplo: “La Fe que despierta Jesús es una Fe con capacidad de soñar futuro y de luchar por eso en el presente” (Domingo 12 en el
Bañado Norte).
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