viernes, 28 de agosto de 2015

¡Y YO CON MI FRASECITA EN TWITTER!


 Comencé el artículo de hoy irónicamente sonriendo y acabé riendo. Verán qué curioso.
Con una persona hablaba de todo lo que va comprando el Presidente. “¡Compró el Día!”. “¡Y no sé cuantas radios!” “¡Pero, también el Popular que es el diario que más se lee!” “¡Y tiene estancias en el Chaco!” “¡Los campesinos de Barbero kue le acusan de  varios centenares de  hectáreas que les pertenecen y están sembradas de tabaco presidencial!” “¡No te olvides del canal de TV!”, etc…
Al llegar  aquí corté y me despedí. No porque habláramos de todo, sino porque ya era bastante.
Frente a mí el poder inmenso de una sola persona en bienes y en medios de comunicación. Todo ello entendiendo  una visión de la  vida con la que no estoy de  acuerdo, porque hace más pobres a los pobres. Lo cual me parece una solemne aberración.
Y yo, enfrente procurando escribí cada día una frasecita muy pensada en Twitter para contrarrestar ese  lavado de cerebro colectivo. Y sonreí irónicamente. A primera  vista, ¡qué diferencia!.
Pero, luego  reflexioné.
No estoy solo. Somos millares. Cada uno con su ladrillo, pero entre todos podemos construir una casa, una muralla, una ciudad.
Y nuestra causa vale la pena. Es la única causa colectiva en la que vamos a caber todos y no es en provecho de una sola persona. Causa tan grande que también es la  causa de Dios.  Causa que cuando se nos acabe nuestra vida nos la llevaremos con nosotros. Sin embargo de los bienes de los egoístas ninguno de ellos se llevará ni un guaraní.
Y lo que es mayor; pasaremos por la  vida dejando un reguero de alegría en todos con los que nos encontremos.
Cada mañana en Twitter dejo escrita una frase  con la ilusión de cambie el mundo. Es poco. Pero somos muchos los que hacemos lo  mismo. Venceremos.

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