viernes, 14 de marzo de 2014

CARTA ABIERTA A UN COMPATRIOTA



    


Deseo explicarle cómo me sitúo antes los acontecimientos que vamos a vivir.
Jesús nos dijo que nuestro Padre Dios, en primer término, no estaba interesado sobre qué pensáramos de El  ni en cómo experimentamos su presencia. Lo que verdaderamente le interesa a Dios es conocer cómo nos comportamos con los pobres y cómo nos relacionamos con los excluidos.
Empobrecidos, con hambre y desnutrición. Mujeres y niños maltratados. Adultos y jóvenes que, si no cambia  nuestra sociedad, nunca van a tener un trabajo digno con seguridad social y jubilación jamás en su vidas.
 El que se pone enfermo, pronto se muere o queda estropeado para toda su vida. Un senador gana en un mes lo que a un obrero con salario mínimo le cuesta trabajar diez años. Campesinos duchados con las fumigaciones y que expulsados de sus tierras acaban en los cinturones de miseria de las ciudades.
Por mi Fe en el Dios de Jesús, ante estos hechos yo no puedo permanecer indiferente. Sería un traidor al Reino de Dios del que tanto nos habló Jesús.
Por eso, cuando conciudadanos me hablaron de que el 21 con la marcha de antorchas y el 22, 23 24,25 y 26 íbamos a tener un paro con muchas manifestaciones y una  huelga general, como cristiano, sacerdote jesuita, dije que me unía a ellos. Allí está actuando Dios en favor de sus preferidos que son los más empobrecidos. Allí estarán mis mejores amigos que con sus ojos de excluidos, me llaman para acompañarlos.
Haciendo esto no hago nada extraordinario. Simplemente expreso públicamente que soy cristiano y soy humano.
Le ruego que   no se     quede indiferente. Estos días que vienen son una ocasión de conquistar un poco o un mucho de felicidad para los olvidados del Paraguay. Ñapu’ama oñondivepa. Queremos vencer en este empeño para que todos quepamos en el Paraguay y todos podamos tener una  vida digna.

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