No hacerlo sería echarle un manto de olvido y que la historia futura la analizara y juzgara. Pero este manto no existirá mientras haya seres humanos que sufran en sus personas por culpa de otros.
Lo repetimos todos
los 22 sin ánimo de
enconarla, pero sí para denunciar que los que la abrieron no la cierran.
Voy a escribir
sobre esto bien claro.
El principal
argumento para el golpe fue la masacre de Marina Kue en Curuguaty. Seis policías
muertos y lo achacan al mal
gobierno del Presidente. Se calló la posibilidad de que todo pudo haber sido
tramado por personas a quienes estorban por su soja las invasiones campesinas y
por sicarios pagados por ellas.
Dirán que no hubo
tiempo de investigarlo por la celeridad del juicio en menos de 24 horas. Pero,
¿quienes impusieron esta celeridad en el juicio y a quienes convino? Y resulta
que convino al partido del que saldría un presidente y al otro partido que,
comprado o alquilado, iba a volver al poder.
Todo esto ya
pertenece a la realidad y no se puede negar. Pero, ¿por qué entonces se
mantiene todavía abierto ese pasado y están acusadas personas sobre las que no
hay pruebas?
¿O es que se
mantiene este proceso sin pruebas solamente para afianzarnos de que el golpe no
fue un” circo” como lo catalogó el abogado Filizzola?
No quiere el
gobierno y quienes votaron contra la democracia que se hable recordando el
golpe, pero ellos insisten en mantener presos a los que catalogan como
los principales actores para el golpe. Una acusación que ya no se puede sostener.
Los cincos
campesinos arruinando su salud en una huelga de hambre de 33 días, repetida en
menos de un año, me obligan a decir públicamente en todos los aniversarios del
golpe que este fue más que un “circo”, fue una ruptura culpable de la
democracia.
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