Cuando hablo de las injusticias, corrupciones y robos que
se cometen en el Paraguay desde la Sociedad rica o pobre, me dicen que estoy
dividiendo a la Patria,
como si todos los que vivimos en ella fuéramos angelitos rosas profundamente
hermanados y juntos.
Por favor, el Paraguay ya está profundamente dividido en
dos partes.
A un lado estamos los que denunciamos y no queremos las
injusticias, corrupciones y robos y al otro lado los que las aceptan, viven y
fomentan porque en ellas están las causas de sus ganancias o placeres.
Todo esto con diversas intensidades y, sobre todo, a
diversos tiempos. Un ejemplo: Hay honrados padres de familias que en política
son inmensos corruptos y viceversa.
De ello resulta que existen como dos visiones de la vida,
dos sistemas de cómo vivirla, dos Utopía hacia donde caminar. Dos frentes
opuestos que se van construyendo desde las familias, centros docentes,
instituciones económicas, grupos políticos etc.
En clave cristiana es la lucha del Reino de Dios (voluntad
de Dios de felicidad para todos, comenzando por los más débiles) y el llamado
hoy capitalismo de mercado (la economía es endiosada beneficia a los que
tienen poder y hace descartables a la mayoría).
Como tantas veces al hablar del Reino de Dios, no excluyo a
otros infinitos no creyentes con quienes somos compañeros de lucha pues ambos
queremos la misma Utopía.
Desde el Reino de Dios nos oponemos al capitalismo de
Estado que crea y favorece una sociedad económica, social y políticamente
asentada en la agresividad y en la violencia donde sólo
cuenta la ley del más fuerte y poderoso.
Desde el Reino de Dios luchamos por una sociedad
solidaria, fraterna, de mutuo servicio, con justicia para los más
desfavorecidos.
Desde el Reino de Dios, podremos crear una sociedad
nueva, solamente, si los estímulos de lucro y poder son borrados de ella.
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