En el santo ara de nuestra ciudad de Asunción nos enorgullece
que fuera hace siglos
fundadora de ciudades. Hoy nos llena de esperanza
como constructora de ciudadanía.
Construir ciudadanía es hacer crecer entre sus habitantes a hombres y mujeres
con la mente, el corazón y la vida abiertos al bien común y colectivo del
Paraguay.
Y esta va a ser la nota
predominante en este 15 de agosto del 2014.
Vivimos un momento decisivo en el que el camino de la vida se
bifurca.
A un lado, por el que nos resistimos caminar, pero al que nos
están llevando. Camino hecho para pocos y privilegiados. En el que la mayoría
existe solamente como reserva de mano de obra barata para ellos. No les importa
que la mayoría viva en el futuro para pagar deudas a los fondos buitres si ellos, que los contrajeron, se fueron
al extranjero
Al otro lado el número creciente de paraguayos y paraguayas
que, cada uno a su
velocidad, van abriendo los ojos a
la realidad. Caso
siempre, al comienzo, en solitario y luego
dentro de un grupo. Y a esto hay
que añadir algo que favorece a esta concienciación: son tantos los desacierto,
males, corrupciones que diariamente aparecen, con tales injusticias y
falta de honestidad en las autoridades, granes o chicas, que el ciudadano
agobiado busca a otros que les ayuden a salir de su asombro.
Y, de todo esto, brota despacio una construcción de ciudadanía,
que miramos con esperanza.
Un test de si esto sea ilusorio o tenga raíces en la realidad, lo vamos a ver en las próximas elecciones municipales.
Porque la nueva a actitud ya va diferenciando dos verbos.
El de “votar” a los mismos, como antes, dando su voto o
vendiéndolo, en muchas
ocasiones, al que pague más.
Y el de “botar” (tirar, echar fuera a una persona de un cargo o
lugar que ocupaba).
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