Cuando iba a escribir este artículo llegó un camión inmenso
lleno de víveres de un barrio de San Pedro. Con él una camioneta de campesinos
que han querido venir personalmente para entregar su aporte en alimentos para los inundados. “Hemos partido el pan para compartirlo con otros
hermanos que están en necesidad”.
¡Qué ejemplo vivo de ese Paraguay que queremos!
Vinieron para apoyar el proyecto de vida que llevamos adelante desde los
bañados inundados.
Frente a él está el otro proyecto de lucro, en manos de los
politiqueros al servicio del 2% que domina el 80% de la tierra.
Ambos proyectos con motivo de las inundaciones se están
duramente enfrentando.
El agua en
mayo comenzó a subir y los bañadenses con sus propios medios salieron a
buscar un lugar seco en
carritos de caballo y con
motocarros. En ocasiones estos lugares les fueron negados. Así más dos semanas. Para la Municipalidad no existía
emergencia. Cuando la descubrieron, no
estaban preparados. Otra semana de ausencia.
Luego, decidieron entregar
la ayuda por medio de las seccionales. El de la 45 lo dijo claro “para eso está
el presidente de la seccional, él es el representante de la comunidad porque
tiene autoridad y fue elegido”.
Lo denunciamos. Pero la respuesta ha sido sistemáticamente negarnos la ayuda y entrar en los
campamentos dividiéndolos con autoridades
afines a la Municipalidad.
Pero todo esto
tiene un trasfondo mayor.
El proyecto de lucro ya había descubierto que en los 16 kilómetros de zona
ribereña de Asunción se puede hacer un inmenso negocio inmobiliario si desaloja
a todos los que viven allí. Y esta es la explicación de la ausencia primera, de
la discriminación a favor de la seccional, de no disminuir los sufrimientos, de
romper la organización
natural que los sostiene. El proyecto de lucro quiere que se cansen todos y
acepten el desalojo lejos.
Y en esta batalla estamos ahora.
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