Escribo este artículo como último recurso para que cuatro
jóvenes paraguayos puedan ir a Glasgow (Escocia) para intervenir en un
festival.
Si fueran a una excursión de fin de curso, creo que no me
atrevería pedir ayuda.
Pero, van a danzar con otros jóvenes como ellos. Son embajadores jóvenes del
arte.
Si fueran simplemente jóvenes, tal vez tampoco me atrevería a pedir ayuda.
Podrían esperar a cuando
fueran mayores.
Pero son cuatro jóvenes de capacidad diferente. Tres son chicas
invidentes y el cuarto es un joven con incapacidad mental. Y los cuatro van a
Escocia a danzar invitado en un Festival Mundial. Esto sí merece la pena.
Sobre ellos tuve una entrevista por radio Fe y Alegría con Camila,
una de las chicas. Cuando
su madre le manifestó que le gustaría que fuera con Alas Abiertas, una entidad
que enseña a danzar y baile
a chicos como ello, se
rebeló y no quiso. Su mamá insistió, insistió. Cuando Camila se dio cuenta que
danzando podía mostrar todo lo que llevaba dentro de riqueza de sentimientos,
se enamoró de la danza.
Todo esto me lo contaba emocionada aquel día.
Escocia está lejos. Cada boleto cuesta dos mil doscientos dólares. Pero, no
son los dólares los únicos valores, que
existen.
Estas son cuatro vidas humanas con grandes limitaciones y con
inmensos valores. Necesitan saber que los tenemos en cuenta. Que somos capaces
de ampliar sus fronteras. De ayudarles a experimentar emociones y acogidas que
no siempre han recibido.
Por supuesto que no pido ayuda a los que poco o nada tienen.
Estos serían capaces de hacerlo posible con rifas de pollos y hamburguesas.
Pero, con las inundaciones están agobiados.
Pido ayuda a algunas personas del Paraguay que pueden ayudarles.
Tienen buen corazón y no les sería difícil hacerlo. Necesitamos tres boletos de avión ida y vuelta a
Escocia. Muchas gracias (0981-877 315).
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