Tuvo una fecha: 10 septiembre.
Había motivaciones bien concretas. Rechazo a la ordenanza 390/14,
titulación de la tierra y que esta sea
la última inundación sufrida.
Fuimos unas 5.000 personas. Los
colectivos se pagaron con pequeñas donaciones y ferias de comidas.
La cita era en la plaza de las Américas
de donde a las 8,30 salió la gran manifestación con mucha música, bailes, alegría y tambores.
Al llegar a la Municipalidad cada Bañado
se encargó de una de las entradas principales.
La mañana se pasó cerrando el paso de
entrada y salida, todo con respeto y alegría y canciones.
A la hora fijada los
representantes de los tres grandes Bañados fueron a la sala de reuniones del
Intendente. Pero, el intendente no se presentó. Cuando los delegados se iban
aparecieron los concejales, quienes con los
bañadenses acordaron suprimir sine die la Ordenanza 390/14.
¿Idílico todo? Pues, no.
¿Violencia no querida por nadie? Pues, sí.
Durante la mañana desde las ventanas
funcionarios nos
arrojaron piedras y agua.
Tenemos un video con ello. Un grupo de inadaptados desconocidos, respondieron con piedras. ¿Quiénes les pagaron? La
rotura de algunos cristales vino de dos causas opuestas: bañadenses frustrados
por no haberlos recibido el Intendente y funcionarios frustrados porque iban a retrasar media hora su salida.
Al final aparecieron el carro hidrante y
la policía montada que, con balines de goma y latigazos, cargaron contra los
bañadenses. Represión desproporcionada. Si fueron llamados por el Intendente,
mala cosa. Una buena cantidad de bañadenses que protestaban eran de su
partido.
¿Un triunfo? Pues, sí.
El Pueblo Soberano logró el
rechazo sine die de la ordenanza y el intendente, al no recibirlos, perdió
fuerza. Al día siguiente los tachó de vándalos y repitió que los bañadenses no tenían ningún papel para poder vivir en
los Bañados. No dijo que él tampoco para vender los
Bañados a empresarios.
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