Hablo a la juventud pero no sobre la juventud, pero hablo a la juventud para que
actúe. Y le hablo con una cierta grande preocupación. Es como una llamada de
auxilio.
He escuchado el comentario de un gran
ganadero menonita donde, sin ninguna duda, dice que lo que se habla sobre la desforestación es exageración y que “eso del cambio climático es una gran farsa”.
Este hombre es un poder empresarial y en
sus manos están muchos miles de hectáreas del Chaco Paraguayo. Y con este su
criterio, poco o nada podemos
esperar de él. Y en el Chaco existen más de 20.000 haciendas donde se cometen
impunemente delitos medioambientales, cuyos dueños pueden pensar, más o menos,
como él.
Frente a esta actitud y como guardianes
de la naturaleza del Chaco, en su integridad de fauna y conservación de la tierra, solamente existen dos funcionarios
públicos de alto nivel con una camioneta. Da risa, ganas de llorar o, mejor,
una gran ira.
En el siglo XX ganamos en una guerra la
soberanía del Chaco. En el siglo XXI ya no está en manos de paraguayos la
inmensa soberanía de este territorio. Se calcula que dentro de 25 años, la
deforestación habrá llegado a su límite. ¿Cuántos años más aguantará nuestro Chaco antes que su débil naturaleza comience a degradarse?
Los adultos que hoy tienen el poder
económico o político son maestros en hacer mal las cosas. Pareciera que no les
importa que tras ellos venga un día “el diluvio”, o sea la ruina de esta
hermosa y fértil naturaleza paraguaya.
¿A dónde acudir para da una solución a
problemas como este?
Radicalmente, yo diría que a toda la
juventud. Inclusive a esa juventud que, deben de sentirse mal cuando vean que
sus compañeros de clase social rica irrespetan a la madre naturaleza y
a sus compatriotas.
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