Compare, por favor,
estas cifras.
La República del
Salvador tiene 21.041 km.
cuadrados y una población superior a los seis millones de habitantes.
La República de
Nicaragua tiene 129.494 km. cuadrados.
En extensión es seis veces mayor que El Salvador y tiene una población cercana
a los seis millones de habitantes. Pocos habitantes para tanta tierra.
La República del
Paraguay tiene 406.752 klms cuadrados. Somos veinte veces más grande que El
Salvador y casi cuatro veces mayor que Nicaragua y tenemos seis millones y medio de habitantes.
Muchísima tierra para poquísimos habitantes.
Sin embargo nuestros
campesinos no encuentran tierra y 300.000 de ellos carecen de tierra para cultivar.
En una tierra desierta
de campesinos, los campesinos paraguayos no tienen tierra. ¡Algo
incomprensible! Se llevaron nuestra tierra.
Un tema digno de un estudio nacional para
darle urgente solución.
Sin embargo la
solución no se le da. Los
ocho millones de hectáreas mal habidas, siguen siendo mal habidas en manos de
latifundistas nacionales o extranjeros. En Asunción se dan títulos sobre
grandes extensiones de tierras habitadas por campesinos o tierras ancestrales
de los indígenas. Jueces,
fiscales, policía y la GEO se encargarán de desalojarlos.
Y en diez años un
millón de campesinos se han visto expulsados de sus tierras y tuvieron que
refugiarse en asentamientos y bañados de las ciudades.
Y conste que darles simplemente tierras no es solución al problema campesino.
Tiene que ir acompañada de créditos adecuados,
de caminos para transportar los productos, de mercados estratégicamente
colocados nacionales o extranjeros. Y a todo esto llamamos Reforma Agraria
Integral. Nombre que ni siquiera se pronuncia en el actual gobierno.
Luis Rojas cierra su libro “La tierra
en disputa” con esta frase: “El futuro está abierto y la historia está
por escribirse. Las
resistencias y luchas campesinas e indígenas muestran la vitalidad y la
viabilidad de otro modelo productivo, de otra forma de sociedad.”
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