Después del golpe de
estado parlamentario express al Pueblo paraguayo en la persona de su legítimo y
legal Presidente, Fernando Lugo, no
pocos paraguayos piensan en lo acertado que sería hacer un juicio político a
los partidos políticos.
No porque los partidos
políticos hayan dejado de ser necesarios en el tipo de democracia que tenemos,
sino por todo lo contrario. Porque son tan importantes, que al cumplir mal su
papel están arruinando la democracia
representativa.
Y no me refiero a sus
Cartas Magnas, que suelen ser formidables. Tampoco porque no tengan hombres y
mujeres valiosos. Sino porque se han adueñado de ellos los peores de sus
miembros.
Para este juicio habría
que discutir entre el Pueblo la definición y los objetivos del ser un
partido político. Esto tendría luego que
matizarse con sus Cartas Magnas fundacionales.
Luego, dar un salto
acrobático y ver si su modo de ser actual tiene algo que ver con lo anterior, fijando las diferencias más
esenciales.
En tercer lugar ver en profundidad las causas de esta
degradación. Si son congénitas y
entonces habría que sustituirlos por
otras figuras políticas o son circunstancias individuales o históricas, que actuaron sobre ellos durante
varios siglos.
Finalmente, vendría lo
principal. La nueva visión de los partidos políticos, de lo que ha existen
gérmenes, aunque no tan conocidos.
Repito lo del comienzo.
Los partidos políticos no tienen fueros tras los que puedan esconderse como su
miembros que son senadores y diputados. Se les puede poner sobre la mesa y examinarlos
para ver de qué están enfermos.
¿Perder el tiempo el
hacer todo esto?. Parece que no. A nadie le gustaría ser
representado en la vida por algo que se
está pudriendo.
Entonces, ¿por qué no
lo hacemos?.
Tal vez por un cierto
aguante para todo lo que es difícil. Algunos no lo hacen porque son “chanchos
de su corral”.
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