Mucho mejoraría el Paraguay si se suprimiera la barrera que separa la minoría pudiente y su pequeña clase media de esa inmensa mayoría de los que viven en la pobreza o miseria.
Algunos me dirán que
esa barrera no existe. Que todos somos iguales y con iguales oportunidades. ¡Por favor, no nos engañemos¡. Mi experiencia personal es la
del susto que tuvieron a los que les acompañé momentáneamente a pasarla.
A un famoso empresario
se les saltaron las lágrimas cuando visitó el Bañado. “¡Maldita pobreza”. Y a
otra persona, varias veces votadas para el Congreso, le invité a
que viniera a almorzar conmigo
abajo en Pa’i Roga, Fue extraño
ese almuerzo, pues estando acompañado, yo solamente comía. Aquel personaje había perdido el apetito ante
su plato de fideos. Demasiado poco sabrosos, le parecían. ¡Y, cuantos ni eso tuvieron para almorzar ese día¡.
El golpe de estado
parlamentario ha fortalecido esta barrera, que
ya no es invisible. Se manifiesta
con palabras discriminatorias de pobretón, zurdo, etc… palabras todas que se dicen en tono
despectivo. Y se aplican a personas económicamente muy bajas a
ellos. “¡Se nota que eres de un asentamiento¡”. Hacía años que no oía
estas palabras, que escucho ahora.
Los lunes tengo la
costumbre de hablar de un tema religioso. Hoy es lunes y no he nombrado a Dios
en todo lo escrito, sin embargo siento que lo dicho es profundamente cristiano.
Es un aviso fuerte de que no somos ni creyentes
ni solidarios, ni nos importan
los “otros”. Señal, también, de que
estamos muy divididos y que no existe un solo Paraguay, sino dos o, quizás,
más.
Y, en medio, influyendo en todo, el mammón (“plata segura” en arameo)
dividiéndonos. El proyecto de gobierno, desde el viernes 22 de junio, está en
las manos de los seguidores del ídolo.
¡Así de mal, ahora, lo están pasando los empobrecidos¡.
Dios no hace distinción entre las personas, somos nosotros quienes las establecemos tan tristemente.
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