Me preocupa el crecimiento de nuestra deuda externa e interna
mientras los impuestos internos necesarios siguen congelados. Es carecer de la capacidad aprender de
lo que causó la ruina a otros, por ejemplo a la Argentina, y empeñarnos en
imitarlo.
Nuestra deuda interna y externa era más bien baja. Esto era como un tesoro.
Pero, después del golpe parlamentario Federico la aumentó
con la venta de bonos por 500 millones de dólares. Inclusive Federico ni
sabía entonces para qué los
pedía. Lo hizo para maquillar un poco la imagen del Paraguay en el exterior
aconsejado por los bancos. Los resultados positivos de esta venta de bonos no
se han visto todavía. Tal vez se usaron en pagar deudas del momento. Lo cierto
es que se han diluido sin dejar huella.
Y recuerden una distinción muy clarificadora. Los préstamos
vienen con un fin concreto que sí o sí hay que cumplir. Los bonos se usan en el
gasto de la plata que significan a discreción del gobierno.
Ahora Cartes va a lanzar una nueva venta de bonos por valor de
750 millones de dólares. Con ello nuestro endeudamiento se irá acercando a los
casi 5,000 millones de dólares.
Además, toda deuda es
como sagrada y hay que pagarla. En su cantidad prestada y en sus intereses y en
su renegociación, si no se devuelve, con unos intereses mayores. Los fondos
buitres son aquellos fondos
ansiosos de quedarse con la renegociación de la deuda duplicándola o más.
Así nuestro futuro económico se hipoteca. Ahora pagamos ya 400
millones de intereses en dólares al
año, siguiendo la deuda intacta. En el 2023 serán mil millones de dólares. Los
años siguientes los intereses crecerán y la deuda sigue intacta hasta que se
devuelva.
¿Qué futuro hipotecado estamos preparando a nuestros hijos?
Llegará así un momento en el que viviremos para pagar una deuda que nunca se
acaba.
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