Nuestro Paraguay tiene
dos urgencias: una mayor conciencia crítica en la sociedad ante la realidad y
la existencia de líderes democráticos.
Comencemos por esto segundo.
Sintetizando, el liderazgo tiene como cinco causas en
su origen.
El líder que tiene un poder debe
nacer de otro poder. Por ejemplo, del
poder de un partido político que necesita en su organización quienes le den
presencia e influencia.
Puede nacer del poder
económico propio de una
persona, importante por el capital que posee. Aquí también se cumple lo anterior. Se necesita compartir
este poder con otros para hacerlo crecer.
De unas circunstancias
extraordinarias, políticas, sociales
o culturales, pueden brotar líderes que las coordinen o hagan triunfar.
Desgraciadamente
existen para el mal un llamado grupo de líderes informales. Son los líderes
mafiosos de la droga o aquellas personas osadas que en la delincuencia
adquieren notoriedad, poder y mando
Finalmente existe otra
fuente de liderazgo: la gran capacidad de personas que con una gran preparación
sobresalen y se hacen indispensables.
De orígenes tan
diversos, ¿cuáles son los líderes que queremos en el Paraguay y no abundan?
Solamente los líderes
democráticos. Aquellos que no
dominan sino sirven. Aquellos que hacen crecer a los demás. Aquellos que se comprometen, olvidándose de su
propio provecho.
Añado otras
algunas cualidades que son
necesarias en todo líder democrático.
Debe de pertenecer al
grupo de personas que lidera. El líder externo, ayuda por poco tiempo, pero no
acompaña en el largo camino. Debe de ser humilde y creíble. Hay cualidades
naturales al líder como la capacidad de entusiasmarse con sus ideales y de
entusiasmar a los demás. A esto llamamos tener “carisma”. Además, el líder necesita
tener una barra de hielo en la cabeza y un volcán en el corazón. Poseer
paciencia esperando los resultados. Querer mucho a su Pueblo. Y algo
indispensable: saber renunciar cuando no sea necesario o la edad disminuya sus
fuerzas.
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