Fue un gran paraguayo que trabajó
intensamente por su Patria y por su Fe en Cristo. Desde estas dos realidades
quiero dedicarle unas palabras de agradecimiento por todos sus esfuerzos en
estos dos aspectos tan importantes de la vida.
Hace cuatro años me llamó
para un proyecto desde el Ministerio de Educación sobre los Derechos
Humanos. Allí me percaté de la unión tan grande, que había en él, de Humanidad
y de Valores. Y todo ello desde una gran altura intelectual. Con todas las
personas, y consigo mismo, fue sumamente exigente en esto último.
Como sacerdote trabajó intensamente en
Ceballos Kue y Villeta. Fue un gran apoyo para los jóvenes de la JOC en
Asunción. Durante la dictadura y después, la libertad y el respeto a
las personas fueron uno de sus grandes ideales.
Años más tarde dejó
el ejercicio del sacerdocio, no el ser sacerdote, y ayudó siempre pastoralmente
a sus compañeros sacerdotes casados.
Fue notable su intensa gana
de vivir y siempre estaba al tanto de las luchas del Pueblo y tomaba parte en
ellas. En el caso concreto de Marina Kue fue un gran defensor de los
campesinos y de su causa.
Algo, que es como resumen de todo lo
anterior, fue su gran solidaridad hacia toda persona que se le acercaba
solicitado un consejo, una influencia o una ayuda. Era parte de todos y de todo
lo que merecía la pena.
José Antonio Pagola tiene esta frase que
lo retrata muy bien: “¿Dónde hay creyentes capaces de contagiar su entusiasmo a
los demás? Necesitamos redescubrir que la Fe es sal que puede
hacernos vivir de manera nueva todo: la
convivencia y la soledad, la alegría y la tristeza, el trabajo y la fiesta”.
Así era Arnaldo.
Cuando termino estas
letras, echo de menos más que nunca su presencia viva y orientadora en este nuevo
Paraguay que estamos haciendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario