Es el título que se ha merecido el Reino
de Bután en el Himalaya, el norte de la India. Un hecho que ha despertado la
admiración mundial. Está atrayendo miles de turistas, número al que Bután
le ha apuesto límites para que no dañen esa realidad de felicidad.
Hablar de todo eso me hace acordar del Paraguay. Por ahí anda
también nuestra fórmula.
Bután entre dos gigantes en Asia: China
y la India. Paraguay entre dos
gigantes latinoamericanos:
Brasil y Argentina.
El dilema que se les presenta a esos dos
pequeños países, Bután y
Paraguay, es claro: resignarse a vivir sometidos a sus grandes vecinos o
encontrar un modo de vivir y desarrollarse de acuerdo a su modo de ser y a su
geopolítica.
Bután la ha encontrado. Paraguay
hace muchos años que va a
la deriva e, inclusive, ahora sospechamos que nos están llevando a donde no
queremos.
La diferencia de esta disparidad es que
Bután, gracias al buen gobierno de su
Rey, conserva su soberanía y Paraguay desde hace 60 años de gobierno de un partido,
con el intervalo de tres años, la ha ido perdiendo.
Por naturaleza somos un país agrícola,
eminentemente campesino en el que una Reforma Agraria Integral sería la mejor y
la, primera política pública a desarrollarse. Pero todo esto ya no existe. Del
80% de la tierra está en manos del 2% de la población. Y la producción
campesina ha sido sustituida por el agro negocio de la soja y demás cereales
transgénicos y la ganadería especializada en manos de grandes inversionistas.
Ni siquiera está en nuestras manos darle
valor agregado a la producción sojera.
Podemos, también, ser un país de alto poder turístico. Pero, el turismo organizado está
apenas naciendo.
Está en nuestras manos cambiar esta
orientación, pero solamente lo lograremos oñondivepa.
El artículo de mañana jueves trata de “Fuerza para el nuevo Paraguay”
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