No es que el sistema neoliberal ande
bien de salud, pero sigue adelante imponiendo su visión de la vida.
Este estado de cosas, dentro de lo
complicado que es este mundo moderno multipolar con desafíos de todo tipo, hace
crecer la esperanza de que algún día, temprano o más bien tarde,
desgraciadamente, el sistema mundial será otro.
No podemos destruirlo todavía, aunque
esté tocado de muerte, pero cuidado
con darle nueva fluidez.
En otras palabras, cuidado en pensar que
lo estamos frenando, cuando, en realidad, puede ser que le estemos dando vida.
En concreto y en el Paraguay, existe la supervivencia de una matriz hegemónica neoliberal, muy marcada
por los 35 años de dictadura, a la que sin darnos cuenta podemos estar apoyando.
¿Cómo podemos engañarnos tanto?
Esto tiene una respuesta difícil. Habría
que darla en grupos, ayudándonos a encontrarla.
Hoy y ahora, solamente señalo algunas pistas.
Por ejemplo el uso del poder,
teóricamente, al servicio del Paraguay, pero en la práctica para enriquecerse
el politiquero. Por supuesto que lo consigue, pero más sale ganando el sistema
del que este personaje es su práctico servidor aliado.
Lo mismo sucede con la insistencia del
partido dominante en que no haya alternancia de partidos. Esto significa que no
hay alternancia al sistema al que
pertenece ese partido.
El sistema actual neoliberal, también,
se sostiene por una especie de contrato social con la clase de millonarios. Con
un gobierno como el que tenemos al servicio de sojeros, ganaderos, empresarios
y multinacionales, el sistema duerme tranquilo.
Pero, no solamente sostiene al sistema capitalista y prolongan su vida los que tienen el
poder, los politiqueros y millonarios. Los pobres también, hacen más fluido al
sistema cuando venden sus votos,
cuando aceptan lo que les dicen los diarios del sistema, o cuando aceptan ser
consumidores por unos simples championes.
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