En enero nos visitó el Psiquiatra Dr. Agustín Barua y en radio Fe y Alegría habló de cómo
debieran de actuar las personas que
trabajan en ambientes del que les separa una gran desigualdad social.
Me fijo hoy en tres aspectos.
Generalmente nos forman para ser operativos, dinámicos, etc.… y nos endurecen. Así nos
presentamos con fuerza en nuestro
puesto de trabajo, por ejemplo en el Bañado Sur.
Si se tiene un auto, pensamos que hemos de aparecer en él. Nos figuramos que así vamos a influir más. Y a
esto añadimos esa dureza interior que significa una separación psicológica de
quienes vamos a trata. Y, todavía, estamos convencidos de que el éxito así
va a ser mayor.
Las personas frágiles que vamos a encontrar no nos necesitan fuertes sino frágiles como ellas. Sólo
así nos aceptarán.
Un segundo aspecto de nuestra conducta es del sentido que nos guía en ese trabajo. Si es el de recibir reconocimiento, eso no sirve. Las personas que llamamos humildes por su condición de vida son
las más generosas pero quieren que lo hagamos desinteresadamente.
El tercer aspecto, modernamente el
trabajo en equipo es una condición de éxito en cualquier obra y es imprescindible.
Precisamente por esa enorme diferencia,
la adaptación tiene que ser igual en todos. Las diferencias en ella crea
brechas ente los compañeros y con los que decimos servir que les hace daño.
Existen instituciones que emplean más energías en reparar estos males que
en aquello para lo que específicamente vinieron a aquel lugar.
En lugares donde existe población discriminada social o culturalmente, es difícil
trabajar. Y la culpa no la
tienen ellos. Se las creamos los de fuera y por eso, si nos acercamos a
trabajar con ellos, en nosotros están los cambios que hay que hacer.
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