Distingamos entre la POLÍTICA con
mayúsculas y la política de partido o movimiento.
La primera, con mayúscula, es el interés
y la acción que todo ciudadano tiene que tener en trabajar por el bien común
del Paraguay. Parte del artículo 1° de la Constitución de que somos una Democracia
participativa, misión que se ejerce en las elecciones y cada día cuando tenemos
ocasión de intervenir. Se resume en aquella frase “Nada que se refiera al
Paraguay, me es ajeno”.
Esta política, que se ejerce de muy
diversos modos en la sociedad es de todos y por lo tanto del cristiano
también. Y añadiría, “especialmente”, pues somos herederos de la causa de Jesús
“el Reino de Dios”, la voluntad de Dios de que todos vivamos una v ida de
calidad en el tierra.
Viene luego la política de partidos o de
movimientos. Son modos concretos de intervenir en el Paraguay desde el poder,
de acuerdo a la clase social a que
pertenezco o a ideologías concretas que tengo y que pienso ser el mejor camino
para servir a mi patria. Por supuesto esta segunda opción de vivir la política
es libre el tenerla o no y cual de ella se elige.
¿Debe el cristiano militar en un partido
o movimiento? Por supuesto. Con tal que su ideología o estrategia no sean contrarios al pensamiento o moral que
tenemos los seguidores de Jesús. Pero, siempre será libre esta militancia. Aunque, ojalá fuéramos muchos más los que la viviéramos. El mundo sería mejor.
Está en nuestras manos.
Una crítica positiva. Hay demasiados
creyentes que en este tema de la política poco o nada hacen. Porque se evaden
en un espiritualismo que poco tiene de
cristiano. Porque de esto no tienen sino el nombre. Su vida está vacía de
frutos.
El tema de mañana es “¿Precios cuidados
en el Paraguay?”
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