Para algunos eso de la conciencia parece que
todavía no ha comenzado. Están ajenos a lo que sucede a su alrededor. No
porque no estén informados sino porque no les interesa, no le dan importancia,
o porque agobiados por problemas esenciales de la vida no pueden
reflexionar. Simplemente todos estos sobreviven ajenos porque su
conciencia está dormida.
En algunos la conciencia ha despertado, pero
enferma. Por la influencia intensa de un ambiente, un modo de vivir, un
partido, engañado y engañador, al que pertenecen, fanáticamente interpretan
todo lo que les rodea. Su lavado de cerebro ha sido demasiado
intenso en algunos. Todos estos tienen una conciencia fanática.
Ahora y positivamente, cada vez, en mayor número y sin
interferencias que distorsionen, muchos ciudadanos nos vamos dando
cuenta de lo que nos rodea socialmente y somos capaces de tomar
posición ante estos hechos. Tenemos conciencia social despierta.
Con ellos se puede hablar porque escuchan y, porque tienen un pensamiento
asimilado con cabeza propia son capaces de defenderlo objetivamente.
Y aquí nos quedamos.
Pero, nos resta todavía dar el gran salto
hacia delante.
El paso de la conciencia social a la conciencia
política.
Es el salto del pensar, planificar, y
tomar teóricamente una decisión para llevarla a la práctica. Llegar allí
es tener conciencia política.
Política es el arte de intervenir en la “polis”.
Palabra griega que significa en la ciudad, en el estado, en la vida
organizada de una nación.
La palabra clave es intervenir. Y ésta se realiza por
medio de un partido o movimiento o con esa participación ciudadana de la
que nos habla el artículo segundo de la Constitución cuando nos recuerda
que somos una democracia participativa.
Hablando a mis compañeros de Fe cristiana nuestro
compromiso, desde la Fe en bien del Pueblo, debe de llegar a la
conciencia política vivida realmente en alguna de sus dos formas dichas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario