La alternancia de
partidos es una pieza esencial en una democracia real.
Existe un dicho antiguo
que dice “El poder corrompe y si es grande corrompe grandemente”.
Pero, todavía es más
peligroso que este poder corrompido
grandemente dure años y años. Así la misma corrupción
fuertemente hace que dure sin permitir el recambio.
Entonces se consolida la
impunidad, que oculta y deja sin castigo los males realizados por ese
partido en el poder perennemente. Así se llega al momento en el que la
alternancia se hace prácticamente imposible. Y con ello volveremos a soportar todos los males, abusos
y desgracias y muertes que ya conocemos
de la dictadura de 35 años que tuvimos.
Una dictadura o su
cercanía, ya apesta como una pieza que hubiera estado cerrada durante años.
Necesita urgentemente que entre aire puro abriéndose las puertas y ventanas.
A esta acción bienhechora
llamamos alternancia de los partidos en el poder. Su resultado es vivir en una democracia
viva y real y no en la formal y de nombre solamente, en la que estamos en la
actualidad.
Ahora en el Paraguay
vivimos ininterrumpidamente una dictadura de 35 años apoyada por un partido y prolongada por
los hombres del mismo partido, con
excepción del dictador, por otros 25 años de democracia “gua’u”.
Los tres años de Lugo,
interrumpidos por el golpe, no
consiguieron el cambio y la alternancia deseada.
“Sin alternancia no hay
democracia”. Y el deseo de nuestro Pueblo, en su parte que
no es mero cliente sino ciudadano, es vivir plenamente en una democracia.
Y una ocasión de forzar
esa alternancia son las elecciones municipales de noviembre. Alternancia en
Asunción y en otras ciudades y pueblos claves, ciertamente, no va a solucionar
los problemas de nuestro país, pero sí va
a ser una señal visible de que está
en nuestra mano conseguir la
alternancia nacional.
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