Existe una respuesta
que no es verdad: clavaron en la cruz a Jesús hasta morir para que su Padre
Dios nos perdonara los
muchos pecados que a lo largo
de los siglos hicimos los seres humanos.
Como si el buen Padre
Dios necesitara los sufrimientos
de su Hijo predilecto,
porque de otra manera no
nos iba a perdonar.
No acepto ese
asesinato cruel de Jesús, como dicen algunos, exigido por la Bondad Infinita
del Padre Dios.
¿Entonces, por qué
mataron a Jesús?
Lo mataron a Jesús porque fue coherente hasta el final con la
entrega de su vida en
amar sus hermanos. Y tanta
entrega de amor levantó tal entusiasmo y vida en los pobres que le rodearon que
despertó la envidia y el miedo de perder el poder político y religioso en las
autoridades de aquel tiempo.
El nazareno se llevaba
las muchedumbres y ellos perdían influencia. Por eso, aliadas las autoridades
del templo con el
Gobernador romano lo obligaron a sentenciar a muerte y muerte de cruz a Jesús.
Jesús había desafiado
con su amor y compromiso con los
más pobres y afligidos de sus compatriotas a los amos del poder religioso, económico y
político.
Y fue un testimonio de
aquello de todos los tiempos de que “quien se mete a salvador, acaba crucificado”.
Y en este recuerdo de Jesús muerto por ser
solidario y amar a sus
hermanos quiero, hoy sábado santo, poner el
recuerdo de tantos paraguayos y paraguayas que por hacer lo mismo sufrieron
torturas, muerte o exilio antes, en y después de la dictadura.
En estos días cuando
tanto se enriquecen empobreciendo al Paraguay y a sus hijos, es necesario estar públicamente
con el resucitado.
Ellos murieron como Jesús
y también resucitaron con Él. Porque, “el que se mete a salvador acaba
crucificado, pero Dios lo resucita”.
El triunfo final no es
de las fuerzas del mal.
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