viernes, 19 de junio de 2009

EN LA ENTREGA NOS ABRIMOS A DIOS


No suelo hablar a los jóvenes mucho de religión. Y, sin embargo, les hablo mucho de Dios porque les hablo siempre de abrirse al otro. Porque esta apertura, solidaridad, servicio, defensa, cariño respeto y amor, del uno al otro, es el mejor camino que nos conduce más directamente a la cercanía y a la unión con Dios.

La pena es que, en este abrirse al prójimo, el materialismo del sistema o el egoísmo del individuo lo ha contagiado y por lo mismo frenado. Y este problema lo encontramos sobre todo en nuestra juventud. Y por eso, y sabiendo que en la juventud estaría el presente y el futuro, nos sentimos fracasados.

¿Solución?.

Presentarles utopías valederas y entusiasmantes a nuestros jóvenes Por ejemplo: la madre Tierra que está enferma. El niño con discapacidad distinta que es discriminado. Los absurdos prejuicios que nos separan. La lucha por extinguir la pobreza al 50%. La organización ciudadana por un nuevo Paraguay.
Bastaría que uno de estos sueños prendiera en un joven, para que su Vida se abriera. Pero, esto exige una condición: que lo viva antes el que lo quiere transmitir. La juventud de hoy más que la Verdad recibe y acepta lo Verdadero.

Dejo al lector que investigue cual es la diferencia entre ambos conceptos.

Tal vez, en esto se encierre la causa de nuestro fracaso generacional.

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