lunes, 1 de junio de 2009

Hacer POLÍTICA con mayúsculas


Hoy quiero hablar de un tema explícitamente religioso. Porque el amor a Dios es esencial en nuestro compromiso humano, político y social en la sociedad.

Hace ya 21 siglos fue escrito: “Todo el que ama (a Dios en sus hermanos) ha nacido de Dios y ha conocido a Dios. El que no ama (a Dios en sus hermanos) no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”

Frente este profundo horizonte de amor, que enlaza a la Divinidad con los que nos rodean, existen como dos actitudes negativas.

“No da gusto” he oído de muchos cuando les hablo de Dios. Por desgracia, todavía no descubrieron eso que llamamos trascendencia. Y la relación de esa realidad con la felicidad de la Humanidad

“Mi relación con Dios se mueve más por el sentido de culpa que por una relación amorosa”. Estos creen, pero piensan que Dios es sobre todo juez que sólo nos echa en cara nuestra culpa y no quien quiere liberarnos y salvarnos a todos.

Por eso, nuestra relación con Dios tiene que ser de amor (amando a Dios en los hermanos) y no de culpa. Y siempre en relación al otro, porque la Gloria de Dios es que el hombre y la mujer vivan con dignidad.

En estos tiempos de Cambio, las diversas Iglesias debieran dedicarse a invitar a todos a comprometerse con el hermano si quieren amar a Dios. Y esto sería hacer POLÍTICA con mayúscula.

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