Cuando en un bosque cuatro árboles
vemos con termitas, cunde la alarma y nos apresuramos a cortarlos. A nivel social y político esto
mismo ocurre en la sociedad. Nos ponemos en campaña cuando la UNA está
corrompida, cuando la educación es desastrosa. Y ya pedimos la renuncia y planes nuevos.
Pero, ¿y si no encontramos solamente cuatro árboles con termitas sino el bosque entero? ¿Y si la
corrupción no está solamente en la educación secundaria o terciaria sino en
toda la política, en la economía, en la salud, en la construcción de viviendas,
en la seguridad, en las fuerzas del orden, en la Justicia, en el Ministerio
Público, en la alimentación, en las empresas públicas y privadas, en los
partidos políticos y movimientos, en todo?
Y este es el problema del Paraguay.
Los secundarios en sus planes de
estudios y los universitarios de la UNA en sus estructuras universitarias
descubrieron una inmensa corrupción Y los apoyamos.
¿Por qué precisamente los jóvenes
descubrieron este “lío”?. La respuesta es por ser jóvenes. Para ellos la corrupción es intolerable y se rebelaron. Los adultos protestamos, pero
la esperanza de que desaparezca disminuye por días y nos callamos.
Estamos en una crisis nacional y el
“Paraguay no se calla”.
No debemos porque esta crisis es total y
lo que queremos es como una refundación del Paraguay.
No es fácil porque en este Paraguay con
abundante corrupción la minoría de amos se aprovecha. Y muchos de los miles de sus servidores, lacayos y clientes,
que, aunque en menor provecho, también ganan.
Y todos ellos como partidos
tradicionales y como empresas ansiosas del
lucro ya se han puesto en marcha. Conocen bien las chicanas jurídicas para
detener cualquier limpieza. Tienen suficientes “hurreros”, herederos de los
“apaleadores” de la dictadura, para hacer fracasar cualquier asamblea
democrática.
Va a ser difícil. Pero, “Paraguay no se
calla”.
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