La
presente Primavera Democrática, liderada
por secundarios y universitarios es una llamada de atención a todo el Paraguay.
La
juventud, no siempre comprendida y
muchas veces mal prejuiciada por los
adultos, tiene una sensibilidad especial para dar el grito de alerta.
En
1999, ante el peligro dictatorial de Lino Oviedo gritó “Dictadura nunca más”.
En
el 2015 no se ha callado y nos ha alertado sobre el deplorable estado de la
educación y por la contaminación de la corrupción desde y en la universidad.
El
grito joven ahora no es librarnos de un peligro
que se venía (dictadura de Lino) sino
urgirnos un limpieza interna
(fuera los corruptos que se han apoderado de todo).
Y
la juventud ha descubierto públicamente quienes son. Y a uno ya consiguieron
enviarlo donde debiera de ser el destino de todos ellos.
En
un programa de radio surgió la idea de un
penal para la rehabilitación de los corruptos, pagando cada uno una
mensualidad elevada de acuerdo a sus robos. Penal real, pero con esa meta que
Tacumbú en general ya ha olvidado: devolverlo un día a la sociedad ya curados
de su mal. Ellos también tienen derecho a ser ciudadanos honestos.
Todo
el esfuerzo de los jóvenes, y las
consecuencias de su lucha, recibiría
un apoyo decisivo si hubiera alternancia
en el poder que monopoliza el Partido Colorado.
A
nivel municipal una ocasión para conseguirlo se da el 15 de noviembre en las
elecciones municipales.
De
ahí el querer que en Asunción, por ejemplo, Samaniego no fuera intendente y que se eligieran
concejales de otros partidos. Sería romper el nido donde la corrupción nace y
desde donde se extiende por la sociedad.
La
plutocracia de la corrupción de un partido impide que tengamos democracia. Por eso la necesidad de una alternancia hoy
día en el poder. La democracia se renueva en la alternancia
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