Decíamos la semana pasada que toda
Democracia exige una alternancia en el poder. Es como una regla nacida de la
experiencia humana de que todo poder genera corrupción y si se repite ese poder
en el mismo partido o persona, la corrupción crece.
Decíamos, también, que la alternancia se
ve impedida por la compra de
votos, cosa frecuente en el
Paraguay entre los dos partidos tradicionales.
Pero, la Constitución habla del Tribunal Superior de Justicia Electoral, encargado de dictar las leyes y
reglamentos para que toda elección sea justa. Sería como la salvaguarda de que cuando el Pueblo con sus votos quiera el cambio estos votos no van a mentir en manos del poder político o económico. No se van a desviar por su compra.
Lamentablemente la compra de votos sigue y el TSJE calla, apoyando al partido mayoritario,
con lo que éste siempre gana. Un ejemplo es la compra mayoritaria en las últimas internas y el silencio del TSJE.
Y todavía hay más y cito otro ejemplo.
En estos días próximos a las elecciones se están haciendo con el beneplácito o
silencio del TSJE un reajuste de las listas poniendo en algunas de ellas mayor cantidad de correligionarios de la ANR para que ese partido
gane en esas mesas.
En resumen, el TSJE no cumple su papel y
apoya a un partido en el poder sesenta años. Esto no es demasiado difícil
hacerlo porque su composición, por negociado entre los dos partidos, la ANR
tiene mayoría de empleados o planilleros.
De este modo en la práctica se da la desaparición de la
alternancia de partidos. Y aumenta la desconfianza sobre las elecciones
municipales o nacionales para el buen gobierno del
Paraguay. Eso se da entre los profesionales y también entre algunos movimientos
campesinos que deciden no votar.
Cuando el TJSE favorece a un partido, no
vale la pena.
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