Escribo cosas esenciales que nos pueden
dejar muy cuestionados.
Comienzo con la afirmación de que no en
todo el Paraguay existe una presencia del gobierno. Y que, si
presencia se entiende como un servicio de las autoridades a los ciudadanos, existen
zonas y grandes en la que estamos huérfanos de su influencia
positiva.
El resultado es el aumento de la
pobreza, delincuencia, preponderancia de los países limítrofes. Así la
soberanía se debilita y va desapareciendo. Esto
ocurre en las fronteras, en el interior profundo abandonado,
en los asentamientos y barrios de pobreza de las grades ciudades.
La conciencia social comienza cuando el
ciudadano comienza a darse cuenta de todo esto en sus
incontables manifestaciones. Aparece con el plagueo constante, la
poca autoestima como paraguayos/as, el aumento de la emigración al extranjero etc... Esta
etapa, al menos por un tiempo se da con frecuencia. Lamentablemente en
muchos, luego se apaga.
Pero, también, en muchos la
conciencia social crece y madura cuando llegamos a
descubrir las causas de tantos males. Esta conciencia en su
profundización es como un proceso de ir abriendo los ojos de la inteligencia
desde una conciencia dormida a una conciencia despierta.
Un momento clave es el del paso de la
conciencia social a la conciencia política. Se da cuando decidimos intervenir
en mejorar esta situación negativa de la que ya tenemos conciencia despierta.
Y, desde el comienzo, nos damos
cuenta que en solitario poco o nada podemos conseguir. En la
conciencia política esto es de una urgencia ineludible. Y pronto nos
acercamos a grupos, movimientos o partidos. Así el ciudadano ha madurado en su
más alto nivel y comienza a influir.
Si el Estado es el conjunto de todos los
ciudadanos, la presencia viva del Estado en el Paraguay, va a
depender mucho del grado de conciencia social o política de
sus ciudadanos.
Y nuestro trabajo de base debe de ser que
ambas crezcan.
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